


De siempre me habían gustado los animales.
En un viaje que hizo mi madre a la capital, me trajo un libro, que me marcó muchísimo "Todas las criaturas, grandes y pequeñas", de James Herriot.
Contaba las aventuras de un veterinario en el valle de Yorksire. Muy divertido. Creo que a raíz de leerlo, se forjó mi vocación profesional.
Sin embargo, apuntaba en otra dirección de pequeña, cuando de viaje en una ocasión con mis padres, se cruzó un perrito; el comentario de algún hermano fue: ¡ahh, qué bonito! y el mío ¡vamos a pillarlo!
Eso cambió a raíz de leer el libro.(Cómo nos puede marcar la lectura de un libro, es asombroso).
Me contaba una amiga veterinaria, que el primer día de prácticas en el departamento de Patología General, como alumna interna, le pasó lo siguiente:
Ingresaron a un chuchillo (sin raza, pero qué listo el ca.....), cojo, cojísimo de una pata. Se lo entregó el profesor encargado de pasar consulta, sujeto por un collar. No se sabe, cómo pasó ¡pero pasó!!!!! El perrito de marras SE ESCAPÓ. Sí, como lo lees. Se soltó del collar y ni corto ni perezoso, salió por la puerta de la consulta, se metió en el pasillo de la facultad de Veterinaria, y salió por la puerta grande! El joío, cómo corría. Ni cojo, ni ná.
Calle adelante, cruzó por una avenida principal; NADIE LE ATROPELLÓ, y siguió corriendo.
Mi amiga, visto el percal, se topó con una moto, y como en las pelis, cual taxi dijo: siga a ese chucho. La moto veloz, serpenteando por calles, aceras y lo que se le pusiera por delante. Delante el hidalgo ....joío (que no lo lea mi madre), corriendo con una maña asombrosa. Mi amiga me aseguraba que estaba, cojo, requetecojo. Se adentró por una zona de callejuelas moriscas, preciosas, lo que pasa que mi amiga no estaba para recrearse la vista.
Nada, ya no sé cómo llamarlo, DESAPARECIÓ, sí, así como lo oyes. Como un ganster que tuviera una tapadera. Ni rastro.
Se despidió del motorista, no sin antes pedirle que le devolviera a la facultad, porque estaba en la otra punta de la ciudad.
Compungida, qué le iba a decir al profe? y a su dueño? ¡Que su perrito cojo, había corrido más que ella!¡Qué vergüenza! Creo que es por ello, por lo que mi amiga se entrena para ganar, no sé que carrera.
Qué suerte tuvo; no la echaron del departamento. Motivos tenían.
Otro amigo veterinario, me contó, que trabajando en una pajarería, como veterinario, tuvo un cliente muy especial. Una tarde, se acercaron a su consulta 3 ó 4 niños (no recuerda el nº, sí que eran varios), con un pajarito entre las manos de uno de ellos.
El pájaro en cuestión, tenía una argolla que se le estaba clavando en la pata.
De pájaros no entendía, "ni flowers", pero pensó: un antiinflamatorio le irá bien. Ni corto ni perezoso, le clavó la banderilla al pobre pajarillo y, se quedó ¡más tieso que la mojama! Menudo disgusto. Se le quedó una cara de tonto, ¡que ni Cantinflas, en sus mejores pelis!. Se lo entregó a los niños. Les cobró la consulta y se despidió muy compungido. Menuda cara, ¡encima, cobrarles! ya le dije unas cuantas cosas a mi amigo (que para eso están los amigos, o no?).
Me despido,
Ana de las Tejas Verdes
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